
Por la Dra. Verónica Sánchez – Vocal del IDSYT; Presidente de la Cámara de Restaurantes de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés.
El Instituto de Derecho Social y del Trabajo tiene el honor de presentar un adelanto de la ponencia de la Dra. Verónica Sánchez, Vocal del Instituto, quien participará como expositora en la “Jornada Preparatoria del IV Congreso Argentino de Justicia Constitucional – en el Centenario de la OIT”, a realizarse el día miércoles 5 de junio de 2019 a las 17hs. en el Salón San Martín de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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“Los cumpleaños, los aniversarios, suelen ser momento para la reflexión. Miramos hacia atrás, analizamos los éxitos y los fracasos, nos reacomodamos en el presente y empezamos a proyectar de cara al futuro.
La OIT celebra sus primeros 100 años. Nació en 1919, como un órgano tripartito, en el marco del tratado de Versalles, tras una guerra de más 4 años que dejo el mundo devastado.
La fuerza que impulso su creación fue la firme convicción de que la justicia social era esencial para alcanzar una paz universal y permanente. Su preámbulo reflejó esta concepción al rezar que las condiciones de trabajo que entrañan injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, y el descontento que ello provoca, constituye una amenaza para la paz y la armonía universal.
Su constitución delineo como principales objetivos:
1) La promoción de la justicia social,
2) el reconocimiento de las normas fundamentales del trabajo, y
3) la creación de oportunidades de empleo decente.
El mundo de entonces y más allá de la guerra, era bastante distinto. El Ford T era el auto del momento, faltaban 8 años para que la primera comunicación telefónica entre España y América latina pudiera concretarse y 3 años más para que aparecieran las primeras empresas dedicadas a los vuelos aerocomerciales.
Pasaron 100 años. Sir Albert Thomas (primer director de OIT) y los constituyentes de 1919, jamás imaginaron un mundo dominado por la inteligencia artificial, las redes sociales, y la telefonía móvil, pero menos aun imaginaron que los objetivos que delinearon estuvieran tan vigentes, inalterables y fueran tan necesarios como lo eran en ese entonces tras una guerra mundial catastrófica.
Cuantas cosas cambiaron en el mundo y cuantas otras no se modificaron para que ello suceda.
Pensemos 172 millones de personas (5% población mundial) está desempleada, 2000 millones de personas (61 % de la PEA) tiene empleo informal, 750 millones de personas (10%) de la población mundial viven bajo la pobreza extrema, 750 millones de jóvenes y adultos en el mundo no saben leer ni escribir.
Que nos pasó??? Reflexionemos.
Tenemos que hacer una mirada crítica sobre los actores sociales que protagonizan la historia. Las organizaciones (públicas, privadas, internacionales, nacionales) no tienen vida propia. Cobran vida a partir de las personas que las integran y le dan vida. La OIT es un órgano tripartito y, como tal, se integra por los estados, los representantes de los empleadores y de los trabajadores. En definitiva a la OIT la integramos nosotros.
La pobreza el hambre, el desempleo la informalidad no se combate con discursos, se combate con hechos, con acciones concretas. Necesitamos empezar a ser los protagonistas de la historia. Para sir Thomas nosotros somos el futuro y sin embargo, nosotros seguimos ocupándonos y preocupándonos del futuro sin batallar el presente que nos pide a gritos soluciones urgentes.
Necesitamos estados que con apego a la norma internacional fomenten e impulsen la inversión, la industria, el empleo y el desarrollo con reglas de juego claras y transparentes. Estados que dejen de ver a las empresas como fuente de financiación del gasto público
Necesitamos empleadores que aprendan (con y sin “h”) el concepto de responsabilidad social empresaria entendido como la contribución activa al mejoramiento social, económico y ambiental de la comunidad en la que está inserta. Empleadores que se comprometan con el bienestar de quienes trabajan en ella y la hacen posible.
Necesitamos Sindicatos que comprendan que la defensa de los derechos de los trabajadores en modo alguno puede atentar contra los derechos de los demás. No se trata de una lucha de clases, se trata de igualdad de oportunidades y de respeto por la dignidad humana.
El mundo de los próximos 100 años nos depara grandes desafíos, seguramente será un mundo que ni siquiera podemos imaginar. Nuestro gran compromiso hoy, es con el presente, y todos quienes estamos aquí tenemos la obligación de hacer nuestro aporte para que algo cambie (empiece a cambiar) y podamos pensar en los nuevos objetivos que la próxima centuria nos reclama”.